Comentario
Ya desde 1939 los holandeses sabían que iban a ser atacados, y esto les fue confirmado a comienzos de mayo de 1940 -y los holandeses se lo hicieron saber a los belgas-. Por otro lado, ya desde septiembre de 1939 la flota mercante holandesa había sufrido pérdidas a causa de la acción alemana y se habían producido varios incidentes fronterizos. El 7 de mayo, asimismo, el Gobierno había cancelado los permisos a la tropa. La defensa de Holanda se basaba fundamentalmente en la llamada Fortaleza Holanda, la zona norte de los grandes ríos Waal y Maas (Mosa), protegida por la Línea Grebbe y por un sistema de inundaciones que existía también al este de Amsterdam. Esta era la esperanza de un ejército pequeño -9 divisiones- mal armado y mal adiestrado como el holandés, que disponía de pocos carros y pocos aviones, bajo el mando del general Winkelman. La victoria alemana se explicará más por la velocidad del ataque que por la sorpresa, que no existió.
Los belgas poseían unas fuerzas armadas más discretas: 100.000 soldados, que con la movilización ascendían a medio millón, 22 divisiones (en realidad sólo 12 en la práctica), unos 300 aviones y bastantes carros (la mayoría del tipo carro ligero Vickers T 15, de origen británico, de 3,8 Tm y armados con una ametralladora pesada de 13,20 mm), todo ello bajo el mando del jefe del Estado Mayor, general Michiels. Los belgas se apoyaban en las fortificaciones de Eben Emael, Lieja, Malmédy, etc., disponían de un sistema -menor- de inundaciones, y su defensa se basaba en la línea fortificada que seguía el curso del Canal Alberto, llegaba a Lieja y luego seguía hacia el Mosa.
Luxemburgo tenía un ejército mínimo, totalmente inútil ante la avalancha de von Rundstedt.
Entre todos estos ejércitos de diferentes países, que en conjunto forman una fuerza nada despreciable, se dará escasa coordinación, sobre todo al principio. Luego será ya tarde.